Los orígenes del
Quetzal

Por eso, desde
los más mitológicos tiempos, su augusta belleza está presente en los fastos y
tradiciones del Nuevo Mundo. Admirado de su galanura y señorío, el guatemalteco
maya y mestizo lo hizo vivir en sus leyendas, al lado de sus deidades,
representándolo con mucha frecuencia en sus códices y pictogramas.

En la Nabe Tzy (primera
tradición del Popol Vuh) a la hora en que con toda solemnidad, se hacen las
primeras referencias sobre la creación del mundo el libro sagrado dice Q’uq’
Kumatz, réplica del Quetzalcoatl, es sin duda uno de los dioses creadores que
irradian luz y están “cubiertos por un manto verde” Q’uq’ Kumatz, significa
literalmente “quetzal serpiente”, pero puede traducirse también por “serpiente
con plumas de quetzal” ya que la sílaba q’uq’ significa, tanto quetzal, como
“pluma de quetzal”.
El simbolismo
del rayo solar que establece relaciones mágicas entre el divino plumaje y los
ropajes vegetales con que se cubren cada año sideral las montañas y las llanuras,
tiene, según parece, un sentido creativo. Los dioses del antiguo Quiché visten
la capa verde para presidir la formación y el ordenamiento del universo, y en
recuerdo de ese acto, sus sacerdotes también la visten en las grandes ocasiones
equiparándose por ese ritual, con el refulgente Q’uq’ Kumatz.

Bernal Díaz del
Castillo (1519) recuerda haber visto los puestos de plumas en los mercados,
ricas esplendorosas entre los bordados de huipilli (huipiles) al lado de los
canutos derramando brillos muy cerca de las jícaras o conchas marinas, donde los
artífices y lapidarios indios exponían los zafiros, los cuentos de jade o
serpentina y los innumerables chalchiguites de su comercio.
El alto valor
que gozaron esas plumas en el mundo precolombino los hace artículo tan preciado
que algunos pueblos del sur de México y Centro América las utilizaban como
moneda de trueque.
Según asegura
Antonio de Torquemada, entre los quichés existía una ley que prohibía, bajo pena
de muerte, la destrucción del quetzal, cuyas plumas, como el cacao y las mantas
listoniadas de flores o figuras mitológicas, servían de moneda.
Con intención
simbólica, pues no es imaginable que ave tan huraña como es el Quetzal,
descienda sobre el fragar y el espanto de un campo de batalla, las crónicas de
la conquista, tanto indios como españoles hablan de episodios en que se hace
resaltar el valor y el carácter mágico que los Mayas concedieron a su pájaro
tutelar.
Lo que es
innegable, es la bravura del quetzal. Hace varios años un labrador sorprendió a
dos aves luchando en pleno vuelo: Un quetzal y un gavilán. Aunque mucho más
pequeño y débil que su enemigo, el quetzal, tras enconada pelea, logró hacer
huir a su contrincante, cayendo en seguida al suelo mal herido. Admirado por su
coraje el hombre lo recogió, trató de curarlo y días más tarde lo llevó a la
capital de la República, lugar donde pronto murió, casi ciego, pues el ave de
rapiña le había hecho saltar un ojo a picotazos.

Por su valentía
y buen porte, el quetzal es algo más que la viviente representación de la
belleza de su país. Ligado al hombre desde remotos tiempos, es símbolo del
ánimo resuelto, distinción y realeza.
“La silla dorada
del rey indio –dice don Francisco de Fuentes y Guzmán” en la fiesta del volcán,
se adornaba con plumas de quetzal, mientras los indios desnudos y embuyados a
usanza de la gentilidad de sus mayores, se ataviaban únicamente con plumas
varias de guacamayas y pericos.
La arquitectura
maya, de formidable y alucinante geometría, tuvo como es bien sabido, carácter
masivo. Sin embargo, la robustez de sus concepciones a la vez refinadas y
simplistas, generalmente estuvo decorada por anchos paneles en los que la
imaginación de la raza hizo florecer la piedra con figura de hombres animales
que se eternizaban en un clima de fábula. En esos paneles, al lado de los
jaguares y los jeroglíficos, como una obsesión de sin fin belleza, muestran a
menudo su contorno los pétreos quetzales.
Las largas y
tornasoladas plumas de su cola, fueron además, atributo y ornamento de dioses y
semidioses.
La esfinge de
Quetzalcoatl, pastor de tribus, mago blanco y último Señor de la fabulosa Tollán,
según las narraciones toltecas, lleva en su mano el báculo de las ceremonias y
en la otra un manojo de plumas de quetzal, el ave de los ajuares o señores.
Xochiquetzal (bella flor) la diosa de la agricultura y patrona de los tejedores,
era representada por una gallarda mujer con zarcillos de esmeraldas, un joyel de
oro colgando de las narios y la testa adornada por un copilli o mitra de cuero
rojo, del cual salían hacia arriba dos penachos de plumas del pájaro sagrado.
Por último, Q’uq’
Kulchalkam, en idioma Tzendal, está representado muy a menudo con atavíos de
plumas, en señal cierta de majestad y poderío.
Desde la
profundidad de la verdad histórica
Y
luego al otro día envió un gran capitán llamado Tecun a llamar a los españoles
diciéndoles que estaba muy picado porque le habían matado a tres mil de sus
soldados valientes. Y así que supieron esta nueva los españoles, se levantaron
y vieron que traía al indio capitán Izquin Nehaib consigo y empezaron a pelear
los españoles con el capitán Tecun y el Adelantado le dijo a este capitán Tecun
que si quería darse por paz y por bien, y le respondió el capitán Tecun que no
quería, sino que quería el valor de los españoles. Y luego empezaron a pelear
los españoles con los diez mil indios que traía este capitán Tecun consigo, y no
hacían sino desviarse los unos a los otros, media legua que se apartaban luego
se venían a encontrar; pelearon tres horas y mataron los españoles a muchos
indios, no hubo número de los que mataron, no murió ningún español, sólo los
indios de los que traía el capitán Tecun y corría mucha sangre de todos los
indios que mataron los españoles, y esto sucedió en Pachah. Y luego
el capitán Tecun alzó el vuelo, que venía hecho águila, lleno de plumas que
nacían... de sí mismo, no eran postizas; traía alas que también nacían de su
cuerpo y traía tres coronas puestas, una era de oro, otra de perlas y otra de
diamantes y esmeraldas. El cual capitán Tecun venía de intento a matar al
Tunadiú que venía a caballo y le dio al caballo por darle al Adelantado y le
quitó la cabeza al caballo con una lanza. No era la lanza de hierro sino de
espejuelos y por encanto hizo esto este capitán. Y como vido que no había
muerto el Adelantado sino el caballo, tornó a alzar el vuelo para arriba, para
desde allí venir a matar al Adelantado. Entonces el Adelantado lo aguardó con
su lanza y lo atravesó por el medio a este capitán Tecun.


Luego acudieron dos perros, no tenían pelo ninguno, eran pelones, cogieron estos
perros a este dicho indio para hacerlo pedazos, y como vido el Adelantado que
era muy galán este indio y que traía estas tres coronas de oro, plata, diamantes
y esmeraldas y de perlas, llegó a defenderlo de los perros, y lo estuvo mirando
muy despacio. Venía lleno de quetzales y plumas muy lindas, que por esto le
quedó el nombre a este pueblo de Quetzaltenango, porque aquí es donde sucedió la
muerte de este capitán Tecun. Y luego llamó el Adelantado a todos sus soldados
a que viniesen a ver la belleza del quetzal indio. Luego dijo el Adelantado a
sus soldados que no había visto otro indio tan galán y tan cacique y tan lleno
de plumas de quetzales y tan lindas, que no había visto en México, ni Tlascala,
ni en ninguna parte de los pueblos que habían conquistado, y por eso dijo el
Adelantado que le quedaba el nombre de Quetzaltenango a este pueblo. Luego se
le quedó por nombre Quetzaltenango a este pueblo.
Y
como vieron los demás indios que habían matado los españoles a su capitán, se
fueron huyendo, y luego el Adelantado Don Pedro de Alvarado, viendo que huían
los soldados de este capitán Tecun, dijo que también ellos habían de morir, y
luego fueron los soldados españoles detrás de los indios y les dieron alcance y
a todos los mataron sin que quedara ninguno. Eran tantos los indios que
mataron, que se hizo un río de sangre, que viene a ser el Olintepeque;
por eso le quedó el nombre de Quiquel, porque toda el agua venía hecha de
sangre y también el día se volvió colorado por la mucha sangre que hubo aquel
día”.
Video del quetzal
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